katy

El día 29, sobre las dos del mediodía, mi niña cruzó el arco iris para irse para siempre al cielo de los animales, donde allí sus patitas irían bien, donde podría volver a andar y a saltar a sitios altos como le gustaba, allí no tendría dolor, allí estaría lleno de gambas, de pavo y de paté del que le gustaba, y tendrá hambre para comerlo, al final de la escalera que la subía al cielo estaría Puxy esperándola para acompañarla y jugar juntos para toda la eternidad. No me quedó mucho que decirte, mi princesa, me encargué de decirte todo en ése último mes que tuviste de vida, cada día que tenía que irme de casa me despedía de ti como si fuese el último momento que te vería, te decía “Te quiero”, te daba un beso y te decía que después te veía. Ésas fueron mis últimas palabras hacía ti ése día 29 antes de irme por la mañana. Te has llevado una parte tan grande de mí que tres días después sigo sin ver la vida con mucho sentido. Sobre todo decirte GRACIAS, gracias por éstos quince años que has pasado a mi lado, yo sé que era tu favorita, gracias por todo el cariño que me has dado, gracias por tu compañía. Recuerdo como si fuera ayer el día que entré en casa, con ocho años, al venir del colegio, y te vi en el suelo de la cocina, tan pequeña y tan bonita. Recuerdo que dormías sentada, porque la jaula en la que te tenían en ésa perrera era tan pequeña que no cabías tumbada y te habías acostumbrado a dormirte así. Es que no hay un solo recuerdo de mi vida en el que tú no estés. Me encantaba cuando por la noche me olisqueabas la cara para hacerme cosquillas con tus bigotes y que te abriese las mantas para meterte dentro a dormir conmigo. Me acuerdo cuando estudiaba y tú te subías a mis piernas para dormir encima de mí. Tú fuiste la primera en casa, la reina, como yo te llamaba, después de ti vinieron Luna, Puxy, Azahara y Toby, y aceptaste a todos, gracias por ser tan buena. No te imaginas cuanto te echa Luna de menos, tu enfermera, como la llamábamos nosotros, que no te dejo sola en ningún momento de éste último mes, que estuvo a tu lado el momento en que te fuiste. Aunque por tu enfermedad cada día me repetía que antes o después te irías, cuando llegó el momento no estaba preparada todavía para decirte adiós, pero pensándolo bien, no estaría preparada nunca para despedirme de ti, de mi mejor amiga, de una parte muy grande de mí. Intento quedarme con los buenos momentos, intento quedarme con que hice todo lo posible por ti, tú lo sabes, lo habría dado todo, ése último mes en especial no te faltaron atenciones en ningún segundo del día, mi vida giró en torno a ti más todavía que antes, para que no te faltase de nada. ¿Y ahora que hago yo sin ti, corazón? ¿Cómo convencerme de que no te volveré a ver? Todo quedo dicho en vida, ya solo decirte que cuando yo me vaya, estés ahí la primera para recibirme, mientras tanto seguiré imaginando cada noche que estás durmiendo a mi lado. Te echo tanto de menos mi niña bonita, pero estoy convencida de que nos volveremos a ver. Esto solamente es un “Hasta pronto”. Te quiero mi princesa, por siempre.