Radi

Querida mi radii, mi hija peludita perrita. Cuando paso la primera hora en que nos dejaste me pareció un día, cuando paso el primer día me pareció una semana, cuando paso la primera semana me pareció un mes, cuando paso un mes me pareció un año… Hoy ya hace un año que me dejaste… Todo este tiempo me parece que ha pasado rápido pero muy lento a la vez. Rápido porque hace nada eras de lo primero que veían mis ojos al levantarme y lento porque me parece increíble que ya hayan pasado doce meses, muchos meses sin que me acompañes en mi día a día. Eras el deseo que siempre pedía desde pequeña al soplar las velas, el regalo de los reyes y cumpleaños que nunca llegaba. Encontrarte hizo que mi sueño se convirtiese en realidad y que mi vida cambiara a mejor. Gracias a ti sé que me convertí en mejor persona y sobretodo más responsable por tener una hija peludita a la que cuidar. Recuerdo aquella noche de un 18 de marzo de 2006 en la que se unieron nuestros caminos. Otro sábado de muchos que iba de fiesta en la conocida por discoteca Radical, de ahí tu nombre de Radi. Desde el primer momento que te vi, dentro de aquella caja de cartón junto a tu hermano, me enamoraste y sabía que desde entonces no te iba a soltar hasta que nuestros caminos se tuvieran que separar por ley de vida. Te cogí y te guarde en mi mochila sin importarme lo que dijeran. De camino a casa escribí un mensaje a mama diciendo que llevaba algo, sin desvelarlo para que fuera mayor la sorpresa, y que si no la parecía bien iríamos el martes algún veterinario para ver si tenias chip -con suerte el domingo no abrían y el lunes tampoco al ser el festivo-. Cuando llegue a casa estaban todos acostados, mama, papa, Jose y María, y entramos sigilosamente pero no podía guardar mas mi secreto. Te puse en la entrada de casa y se lo dije a mama, y cuando llegó te hiciste el primer pis. Yo seguía muy ilusionada y tenía muchas ganas de compartirlo con más gente así que fui a despertar a María, que también se puso muy contenta. ¡Estábamos las dos súper felices! Jose tenía mucho miedo a los perros por lo que me dio mucha cosa despertarle, pero, gracias a ti, lo superó y tu gracias a él aprendiste a dar la patita, a sentarte, a tumbarte y, lo más gracioso, hacerte la muerta con el pum pum. Papa estaba súper dormido, que raro, y decidí no despertarle.Estaba tan contenta y tan feliz contigo, dándote cariño y sin parar de jugar, que no dormí en todo el día hasta la noche siguiente. Mama y María tampoco fueron capaces de dormir más. El martes, como prometí a mama, fuimos al veterinario a comprobar si tenias chip, pero no, no tenias. ¡POR FIN MI SUEÑO SE HABIA HECHO REALIDAD! Mama y papa estaban más que convencidos de quedarnos contigo, ya que te habían cogido mucho cariño los días anteriores. Todos sabíamos que no te podíamos dejarte escapar. A los pocos días conociste a los abuelos maternos Hortensia y Adolfo, que te recibieron fenomenal como el resto de la familia que poco a poco te fue conociendo. Así pasaron los días, semanas, meses, años que convivimos juntos los ocho primeros años que fueron preciosos siendo una gran y feliz familia los seis en casa. A finales del octavo año conviviendo juntas nos esperaba una nueva aventura: nos independizamos con Dani, tu papa adoptivo. Al igual que a Jose, no le hacían mucha gracia los perros y le daban miedo pero, gracias a ti, perdió el miedo y le gustan más los perros. En ese momento, comenzamos una nueva etapa en la que también éramos una gran y feliz familia, aunque esta vez solo de tres. Cuatro años después comenzó la última etapa juntas y te dimos una hermana humana, Jara. Por desgracia, pudiste convivir tan solo ocho meses de nada pero sé, y no lo dudo, que hubieras sido una gran hermana mayor peludita, protectora como hiciste hasta el último día con ella. Quería agradecerte todo lo que hiciste por nosotros, pero la más importante gracias por habernos hecho los días buenos mejores y los no tan buenos conse