Berta

Me negaba a admitir que este día llegaría, que ya no bajarías corriendo las escaleras cuando llegase a casa, ya no me despertarías con tus besos cuando Mamá te dejaba en mi cama, nuestra cama, ya no ocuparías ese rincón del sofá donde tantas quejas le sacabas a Papá porque decía que ese sitio era suyo. Que ya no daríamos más paseos juntas, ni visitaríamos más el “Verdecora”, al que al final le cogiste cariño y te encantaba ir por sus innumerables olores. Que ya no nos pedirías tus chuches de esa manera tan graciosa que nos hacía reír, ni te veríamos revolcarte en las alfombras. Pero, no todo es triste, porque yo sé que, desde el cielo de los perros, tu sigues ladrando cuando llaman al timbre para hacerte notar, aunque ya no te oiga, que me sigues pidiendo que te suba a la cama por las mañanas, aunque ya no te vea y que me miras desde tu sitio favorito de mi cama, porque sigues presente en casa y siempre será así, sacándonos una sonrisa cuando te recordemos. Aunque ese 8 de enero tu mirada se apagó, nuestro amor y cariño nunca lo hará y siempre te recordaremos, porque eras y serás la mejor perrita del mundo.Te queremos Berta.