Golfo, negrito, mi gordo, papi, mi niño… con estas palabras te llamábamos y tú nos mirabas con carita de pícaro, esa mirada de jovenzuelo que no se te fue ni en los últimos momentos de nuestra vida juntos, nos hiciste enormemente felices, nos viste crecer, crecer personalmente y conseguir nuestros sueños, nuestros objetivos, nos criaste a tu lado, mordiendonos las orejas, lamiendonos en nuestros momentos más bajos, jugando con nosotros, a veces regañandote por comer huesos que no eran buenos, pero que tanto ansiabas, siempre fuiste un glotón con la comidita, hasta el último día mi gordito, te fuiste al cielo de los animales con la tripita llena.
Gracias por compartir tu vida con nosotros, gracias por llegar de casualidad a nuestra vida para hacernos felices, gracias a ti somos y seremos mejores personas. Porque tú nos has enseñado lo que es amar de corazón, corazón sincero y puro como el tuyo. Te amamos y amaremos por y para siempre.
Tú familia Humana y gatuna, Elena, Ronny, Nicole, Motitas y Pumi.
Descansa en paz mi golfito.