Iki
Iki, silenciosa, sigilosa y con una sonrisa en tus ojos azul infinito como tu alma, me elegiste una tarde cuando pasé a tu lado. Y de la misma forma te has ido, en sigilo, sin molestar ni hacer ruido. Tú no eras mi gata y yo no era tu dueña, éramos dos almas que se encontraron un día en el camino de la vida para hacer un pequeño trayecto juntas. Me acompañaste en duros baches y me ayudaste a subir pendientes y nunca, ni un sólo momento de todos los malos que compartimos me dejaste sola ni de día ni de noche. Nuestra cama era nuestro cobijo y cuando una de las dos no estaba, extrañaba a la otra y la esperaba hasta que llegaba para acurrucarnos las dos. Por las mañanas ponías tu mano en mi cara, me lamías la frente y amasabas con ternura. Te extraño tanto mi Kata, mi Tita, mi Iki bonita… Gracias por haber venido a mi, por elegirme, por dejarme compartir un poquito contigo. La vida no será lo mismo sin ti. Y aunque sé que tu espíritu sigue a mi lado, tu ausencia me produce una enorme tristeza y vacío en mi corazón. Te quiero mi Kata Lina, te quiero muchísimo. Disfruta del amanecer desde el cielo, como te gustaba hacer en el patio, viendo revolotear los pájaros a tu alrededor. Hasta pronto Tita Iki, nos volveremos a ver más allá del puente del arcoíris. Te quiero Iki