Me acuerdo cuando te vi por primera vez, fue tan sólo unos días después de que nacieras, eras una bolita de pelo negro y tan pequeñito… Papá y mamá nos dejaron tenerte y ha sido lo mejor que me han podido dar en la vida. Luego viniste a casa y te fuiste haciendo mayor, corrías como loco por todos lados, sobre todo con el perro del vecino a través de la valla, te encantaba que cuando se acababa un jamón tener tu trozo de pata para comertelo y enterrarlo por toda la parcela, jugabas con tus cuerdas para perros y te dabas unos golpes con ellas… Cuando papá y Javier iban a pescar te encantaba ver luego los peces por la piscina pero sin meterte claro, el agua te gustaba muy muy poco, y siempre que comiamos allí estabas por si acaso se caía algo de la mesa! Después te fuiste haciendo viejecito y dejaste hace un par de años de subirte al sofá para acurrucarte conmigo, y ya este año eras incapaz de subir escalones y te hicimos una rampita… Hemos hecho de todo por ti pero ya los últimos días nos dimos cuenta de que no te merecías seguir sufriendo, no tenías ganas de comer ni de moverte y te tuvimos que llevar al veterinario. Estuvimos contigo hasta que te quedaste dormido porque no te queríamos dejar solo después de los 14 años geniales que nos has dado. Siempre te querremos y nunca te vamos a olvidar, has sido el mejor perro del mundo. Hasta siempre Ringo.