Baldr

Baldr era un ruso al que le encantaba comer, dormir y salir a jugar por la casa. Gran parte del día dormido, por la noche se convertía en un torbellino de energía, corriendo sin parar en su rueda, subiendo y bajando la rampa y el tubo de su jaula. No importaba lo dormido que estuviera, en cuanto escuchaba el sonido de su comida caer en su cuenco, salía corriendo a llenarse sus mofletes. Mi pompón de moguri, gordito adorado, te echo de menos.