Sally

Mi bonita Sally, no nos acostumbramos a que no vengas con tu pelota para jugar.

Siempre estabas  en la puerta esperando para recibirnos con la alegría que desprendias, porque así eras tu alegre e imparable. Con esa dulce mirada, que no perdiste ni en tus últimos momentos.

Pero no merecias sufrir. Nos sentimos muy afortunados por haber disfrutado de tantos momentos a tu lado.

Hasta siempre .